jueves, 21 de abril de 2016

ROTURA DE LIGAMENTO CRUZADO DE LA RODILLA

Esta lesión afecta, sobre todo, a aquéllos cuyo tren inferior está sometido a continuos sobreesfuerzos y cambios bruscos de ritmo o dirección del movimiento, como ocurre en deportes como el fútbol, el baloncesto, el ciclismo, el esquí o las artes marciales.

El tiempo de recuperación puede durar meses y existe la posibilidad de no recuperar el nivel de movilidad previo a la lesión. En el caso de los deportistas de elite, la intervención quirúrgica es, en muchas ocasiones, inevitable si quieren continuar con su actividad.

Existen dos tipos de ligamentos cruzados:
  • Ligamento cruzado anterior (LCA), evita que la tibia se desplace hacia delante con respecto al fémur. Su rotura es la más frecuente.
  • Ligamento cruzado posterior (LCP), su función es impedir que la tibia se desplace hacia atrás.
    La lesión de estos ligamentos se produce tras un cambio brusco de dirección de la rodilla, una desaceleración exagerada o una contusión. Puede darse, por ejemplo, cuando se apoya mal la extremidad tras un salto o cuando se frena precipitadamente durante una carrera.


Principales síntomas

Los principales síntomas cuando un deportista sufre una rotura del ligamento cruzado son:
  • Un chasquido.
  • Un intenso dolor en la zona.
  • Dificultad cuando trata de apoyar la pierna, llegando incluso a no poder usarla para desplazarse.
  • Inestabilidad en la articulación de la rodilla.
  • Cierta inestabilidad en la marcha.
  • Cerca del 70 % de los jugadores sufre un derrame hemático (de sangre) en las 24 horas siguientes a sufrir la lesión. 


Diagnóstico

  1. Para determinar si el deportista sufre una rotura de ligamento cruzado, el especialista en medicina deportiva suele realizar varias pruebas:
  2. Prueba del cajón anterior. Es la más común. Con la rodilla flexionada a 30 grados, el médico se arrodilla junto a la parte externa de la pierna afectada, con una mano estabilizando el muslo y con la otra realizando una tracción suave sobre la región proximal de la tibia. Existe desgarro del LCA, si i la tibia se desplaza hacia delante. 
  3. Estudio radiológico en dos planos. Permite descartar la existencia de arrancamientos óseos o fracturas de las inserciones de los ligamentos
  4. Resonancia magnética. Es la más indicada para una correcta valoración de la lesión, pues es la única forma de ver el estado del ligamento cuando se produce un hematoma interno.


Si tus síntomas coinciden con los vistos en esta página ponte en contacto lo más rápido posible con un especialista.

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